¿Cómo conseguir una vida saludable?



Los buenos hábitos de salud pueden ayudarle a evitar una enfermedad y mejorar su calidad de vida. Las siguientes medidas le ayudarán a sentirse y vivir mejor. 


Llevar una dieta equilibrada:


Aportar a nuestro cuerpo una amplia variedad de alimentosen cantidades adecuadas a nuestras características físicas, es un factor vital para nuestra salud. Los expertos aconsejan moderar el consumo de carnes grasas, pastelería, bollería, azúcares y bebidas refrescantes. También se recomienda ingerir diariamente derivados de cereales y patatas, verduras, hortalizas, frutas, leche y derivados lácteos, y aceite de oliva.


Realizar ejercicio físico:
El ejercicio regular es imprescindible para mantener el tono y la masa muscular, evitando problemas postulares y dolores de espalda. Además, disminuye la presión arterial, favorece un nivel adecuado de azúcar en sangre, mejora la densidad ósea, refuerza el sistema inmunitario, mejora el estado de ánimo, reduce las posibilidades de depresión y ayuda a regular el apetito. Realizar un mínimo de 60 minutos diarios de actividad físicaen el caso de la población infantil y adolescente, y de 30 a 60 minutos al día en la población adulta, es una de las recomendaciones de La Organización Mundial de la Salud (OMS)
     

Descansar las horas necesarias:

Conciliar el sueño es un factor fundamental ya que, durante su transcurso, se suceden procesos metabólicos vitales que repercuten en nuestra vida diaria activa. La recomendación es dormir de 7 a 9 horas al día, además de reservar un tiempo para la siesta con una duración de media hora “como máximo”, pues si se supera este tiempo “se reduce la presión para el sueño nocturno”.
  

Mantener una higiene personal


Mediante la ducha evitamos la presencia de bacterias y gérmenes que afectan a la salud de nuestra piel. La higiene de las manos es la mejor barrera para evitar muchas enfermedades ya que es la vía de contacto más habitual con las bacterias. La limpieza bucodental también resulta fundamental para evitar infecciones.





El sedentarismo, el consumo de tabaco o la ingesta excesiva de alcohol.
El consumo de cigarrillos se considera una drogodependencia y su consumo crónico implica una alta toxicidad. El consumo prolongado de alcohol aumenta la probabilidad de sangrado de esófago, inflamación y daños en hígado y páncreas, desnutrición o cáncer de esófago, colon, cabeza, cuello o mamas.